Author: Fox Mulder
•sábado, julio 14, 2007
En la jornada del pasado sábado se alcanzaron los principales objetivos que el grupo AFP se plantea en cualquier salida a la montaña: ejercicio, evasión de la rutina, contacto con la Naturaleza, buena compañía, buen comer, buen beber, fotografía, y muchas ganas de pasárselo bien.

La jornada empezó tarde -la cita a las 13:00-, ya que se trataba de una ruta nocturna, así que no era cuestión de madrugar tontamente; y la primera "etapa" de este día consistía en un almuerzo en el restaurante asador La Posada del Cura en Gérgal.

Llegamos pronto, e hicimos una entrada de inspección en el restaurante: comprobamos que estaba abierto, y que había mesa disponible para nosotros... de hecho, el local estaba vacío, y mi pregunta acerca de si había mesa para cuatro resultó ser una pregunta de las que se denominan retóricas.

Pero como aún no picaba el hambre nos dimos una vuelta por el pueblo, a ver cuanto tiempo podíamos aguantar el "lorenzo" que pegaba a esa hora. Y no aguantamos mucho; lo suficiente para alcanzar una pequeña iglesia en restauración donde nos hicimos una foto.

Volvimos al restaurante y, esta vez, ya sí, nos sentamos, y casi al mismo tiempo 4 Mahous bien fresquitas estaban a nuestro alcance. Brindis de rigor, y, tras consultar la carta, pedimos una ensalada, y un revuelto de setas y crujiente de jamón, al centro; y como plato principal, Manolo se pidió un entrecot de buey, mientras que Olga, Luigui, y yo sucumbimos al secreto ibérico. Con un surtido de postres de la casa y un café terminamos de cargar el cuerpo con las calorías que más tarde necesitaríamos para subir al Chullo (bueno, sí, puede que lo cargaramos de más, ¿qué pasa?).

Después de la comida, nos pusimos en marcha hacia La Ragua, y como llegamos demasiado temprano como para salir andando hacia la cumbre, nos sentamos un rato en el merendero a echar una cabezadita... quien pudo.

Sobre las 18:00 empezamos a prepararnos para la subida, y con tranquilidad fuimos ascendiendo metros hasta llegar al refugio donde hicimos una breve parada antes de acometer la subida final hacia la cúspide. Entre medias no faltaron las fotos de la paracaidista, y otras cuantas muy graciosas que recordaremos largo tiempo.

Ya junto al punto más alto de la provincia de Almería, y como veníamos "maquinando" ya hace algunas semanas, cada uno se "aderezó" con la indumentaria que creyó oportuna para hacernos una de las sesiones de fotos más cachondas que recuerdo. Y, justo a continuación, por supuesto, nuestra ya típica foto de bandera.

Si la cosa sigue así creo que el DVD resumen de las actividades del 2007 será doble.

La puesta de Sol no fue tan espectacular como pensaba, pero sí permitió tomar imágenes muy chulas al contraluz hasta que el Sol se puso definitivamente. Entonces, y aprovechando todavía la luz que había antes de que entrara la noche, cenamos algo ligero para acometer el descenso en oscuridad absoluta.

Había Luna Nueva, pero aún así, los primeros tramos casi se podía andar sin frontales. En el horizonte aún se distinguía un color azul pese a que el Sol ya hacía mucho rato que había desaparecido. Pero no fue durante mucho tiempo. Enseguida la noche se hizo cerrada y comenzaron a verse innumerables estrellas, hasta el punto de ser difícil distinguir constelaciones que un día normal son visibles, pero que rodeadas de tantas estrellas se ocultan a nuestros ojos.

Apreciamos también la inmensa franja blanca de la Vía Láctea, aunque no con la claridad que en otras ocasiones he podido disfrutar, y sin más contratiempos descendimos hasta el tramo de sendero que discurre a través de un pinar, donde nos topamos con unas cuantas telarañas. Y un poco más allá, La Ragua.

Eran casi las 1 de la madrugada, y si bien el cansancio físico no era muy acentuado (el Chullo, con el debido respeto, es un paseo a estas alturas de la temporada), sí que el sueño empezaba a hacer mella en algunos de nosotros.
Author: Motorizer
•lunes, julio 09, 2007

Nos dimos un paseo por los más recónditos lugares del Desierto de Tabernas, a lomos de bicicletas en vez de indómitos caballos. El poblado del Cóndor, desolado y desierto como el lugar donde se ubica presentaba un aspecto fantasmal, y los colores de la tarde nos hicieron disfrutar aún más de su belleza.

Author: Anónimo
•domingo, julio 08, 2007
A la altura de año que nos encontramos parece que cualquier actividad en la Naturaleza debería estar relacionada con el agua, y/o con la cerveza. La visita al karst en yesos de Sorbas no tenía ni lo uno ni lo otro (bueno, un poquito de agua si que había, pero na, la justa para darle emoción a los saltos) y, sin embargo, ¡qué fresquito hemos pasado!

Entrar en el interior de la Tierra no es comparable con ningún aire acondicionado, ni el más potente, ni el más silencioso, los supera a todos. Independientemente de encontrarnos, en algún punto de recorrido, con 50 metros de arcilla y yeso entre el justiciero Sol y nuestras cabezas, la humedad del aire, y la suave brisa que recorría las galerías, invitaba a encadenarse a alguna estalagmita y pasar ahí el resto del verano.

Esos 50 metros a los que hacía referencia encierran los 3 primeros niveles de galerías, de los 7 niveles cartografiados (menos mal que me acordé de la palabra), hasta llegar a los 120 metros de profundidad en Covadura, nuestra primera etapa, un breve y fácil paseo por una galería donde se encuentran unas de las formaciones más espectaculares del karst en yesos de Sorbas: estalactitas, y estalagmitas, de diferentes formas y colores, cada una con su nombre que identifica estos fenómenos kársticos de forma bastante descriptiva, como "punta de flecha", "piel de borrego", etc. De forma, también bastante descriptiva, se denominaban las diferentes salas por las que fuimos pasando, como la sala del "fakir", la de la Alhambra, o la "boca de ballena".

Pilar, nuestra guía, nos ofreció datos precisos durante el recorrido acerca de las simas, geodas (o falsas geodas), dolinas, y otros tantos términos que, o bien se quedaron adheridos al casco, o bien desaparecieron con tanto golpe en la cabeza. Ahora que para golpes en la cabeza los que se dio una chica que venía en nuestro grupo, que dejó una hilera de muescas en todos los techos que bajaban de 1'50 metros.

La cosa se complicó un poquito al llegar a la parte más técnica del recorrido, pero en general, es esfuerzo físico requerido no era mucho. Sin embargo, sí eché de menos cierta elasticidad en algunos momentos, o disponer de unas piernas un poco más largas. Los pequeños obstáculos que nos fuimos encontrando los fuimos superando con mayores o menores aprietos, aunque sí se hubiera agradecido más ayuda por parte de Pilar acerca de como salvar ciertos pasos comprometidos, que lo eran aún más por la presencia de agua que hacía la piedra más resbaladiza si cabe.

Si queréis conocer lo que hemos visto de una forma más técnica, podéis acceder a la información de la Wikipedia, pinchando aquí, o en muchos otros sitios a través de internet como éste , o este otro.