Author: Fox Mulder
•sábado, diciembre 20, 2008

La montaña no es tan mística cuando al día siguiente de empezar las vacaciones de Navidad a uno le suena el despertador a las 5:00 a.m.; yo me cago en la montaña y en su puta madre, y maldigo la hora (que seguro que no serían las 5:00 a.m.) en la que se me ocurrió la idea de ir un día a patear el campo. Cuando llegas al lugar de la cita, a la hora fijada, y aún no ha llegado nadie, piensas que ya estamos con la historia de siempre, y cuando tras 10 minutos sigue sin aparecer nadie, te dices a ti mismo que ese será el último día, que no volverá a ocurrir. Entonces, cuando a lo lejos en la oscuridad ves acercarse a ese compañero, cargado de bultos, mochilas, cascos, piolets, raquetas, ..., y con la misma cara de "¡qué cojones hago yo aquí a estas horas!" que tienes tú desde hace un buen rato, tienes la certeza de que lo peor ha pasado, y de que a partir de ese momento todo va a mejorar.

Con esa misma carita nos reunimos Olga, Luigui, Jesús, y yo para subir a Siete Lagunas este sábado. El día con menos horas de luz del año, lejos de las fechas típicas de esta ruta, que son justamente las jornadas en las que el Sol brilla más tiempo en el horizonte. Pero tanta oscuridad no nos va a ensombrecer el ánimo, y aún no hemos entrado en el coche cuando ya alguien ha soltado la primera chorrada que nos cambia la cara. Es noche cerrada. Del tirón hacia Trevélez. El café puede esperar. Allí en el pueblo, tenemos el bareto de toda la vida, donde siempre hemos cogido fuerzas antes de iniciar las empedradas rampas de salida de Trevélez hacia nuestro destino.

Breve parada para capturar el amanecer sobre Trevélez, y llegamos. La señora nos atiende con alivio cuando comprueba que sólo pedimos los cafés y no vamos a pedir nada de comer, aunque Olga, que no había leido el correo en el que quedamos en llevar el desayuno "puesto", para tomarlo mientras nos arreglamos para la salida, se pide una tostada de jamón que comparte conmigo tras insistir dos veces.

Llegamos al parking y nos preparamos para la jornada; son las 9 en punto cuando nos echamos las mochilas a las espaldas y comenzamos a subir. Ya ha amanecido y las luces son idóneas para la captura de increíbles imágenes del valle y los campos a los márgenes del sendero. Los pronósticos se cumplen y el día es perfecto para la práctica del senderismo: el Sol apareció poco tiempo este día pero brilló como nunca. Tras unos pocos tramos tenemos que hacer parada técnica y aligerar ropa de abrigo porque el calor era sofocante. Al mirar atrás, más allá del mar con sus "pretoleros", se divisaban claramente las costas africanas, y el Atlas sobre una manta de nubes.

Los neveros a ambos lados del camino se hacen cada vez más numerosos, y las primeras rampas serias las hacemos ya pisando más nieve que tierra. Cuando alcanzamos la acequia, nos encontramos bloques de nieve en los que nos hundimos hasta las rodillas en ocasiones, así que nos calzamos las raquetas y continuamos por el camino.

En algún punto al finalizar la acequia nos perdimos, abríamos sendero sobre la nieve, y nos paramos junto a unas piedras a tomarnos algo de comer porque yo al menos estaba ya que no podía con mi alma. Comprobamos que habíamos dado una vuelta bastante tonta para llegar a la era que da paso a la Campiñuela. Habían transcurrido casi 5 horas desde que iniciamos la ruta, la verdad es que a mi se me habían hecho bastante largas, y teniendo en cuenta las pocas horas de luz que nos quedaban, creímos oportuno dejar las Chorreras Negras y Siete Lagunas para otra ocasión. Nos hicimos la foto de bandera y comimos algo. Sentados junto a la pared del refugio me hubiera quedado toda la tarde hasta ver la puesta del Sol, ¡qué calorcico más bueno!

La bajada fue rápida, esta vez sin pérdida, ya que aprovechamos la senda que otros que nos precedían dejaron para llegar hasta la Campiñuela. Pillamos algunas buenas "palas" de nieve por las que incluso las raquetas se deslizaban como si fueran skis. Y al rato nos cruzamos con nuestras propias huellas, que ya no abandonamos hasta llegar de vuelta al pueblo.

Allí nos refrescamos en la fuente, como viene siendo tradición, y en la plaza principal del pueblo nos tomamos unos buenos tubarracos de cerveza acompañados de su correspondiente tapita de jamón, que no se diga que hemos estado por allí sin probarlo.

Se va la luz. El día más corto ha terminado. Fin de la función.
Author: }{eaven
•sábado, diciembre 20, 2008





















Author: }{eaven
•sábado, diciembre 13, 2008



Este es un breve resumen del domingo día 13 de diciembre de 2008, ya que contar todo lo que allí aconteció puede ser muy extenso. Sandra, Marikilla, Antonio, Alex, Alfonso y la que escribe, ya que en los dedos de las manos no tengo agujetas, quedamos a las 7 de la mañana, salimos a las 8 entre preparar aperos y buscar el coche de Luis (para coger sus cadenas).


Paramos a desayunar en Abla en el entrañable Bar del casi tío de Sandra, alias el Santo.Viaje por carretera pedregosa e interminable hasta llegar a 7 caminos, con hielo incluido.

Un Golf bailando Reaggetón y 3 caras de Póker al borde del precicipicio. Colilla encendida y alfombrilla rescatadas de este mismo precipicio.

Subidas por cortafuegos casi verticales, caídas de culo, mucho frío y nieve, pero una estampa navideña y un turrón by Alex que quitaban el sentido.



El Doctor, era solo apreciable por la vista de lince de Antonio, ya que estaba cubierto de nieve.

Los chicos, con un par de eggs, subieron hasta Laguna Seca. Las chicas con mas fe que el Alcoyano, pretendíamos bajar andando por la carretera sin fin...

Después de nevadas, sustos, notitas y poner en duda que llamar al 112 es una solución, todo salió perfecto y volvimos a casa con esa agradable sensación de haber vivido una nueva experiencia.

Besos y hasta la próxima aventura!!







Author: }{eaven
•domingo, diciembre 07, 2008



Author: Motorizer
•sábado, noviembre 29, 2008

Refugio Peñón Negro Día infernal; los galos debían estar escondidos en lo más recóndito de sus casas, por miedo a que el cielo cayera sobre sus cabezas. Y nosotros parecía que les habíamos robado su poción mágica. Viento, frío y una lluvia intensa intentaba desanimarnos para no estrenarnos con las raquetas. Tres jinetes del Apocalipsis meteorológico querían intimidarnos, pero es que, no todos los días se tienen la oportunidad de tener tanta nieve a nuestra disposición, y unas raquetas para probarlas.

De Almería a las cumbres de los Filabres, teniendo que poner cadenas a medio trayecto. 11 valientes a modo de expedición himalayista partimos desde el refugio del Peñón Negro, entre una fuerte ventisca, hacia las Piedras del Deseo. Únicamente cuando se pasaba entre los pinos, podíamos respirar tranquilos y soportar la sensación de frío. Tras llegar al refugio de Piedras del Deseo, cerrado a cal y canto, y almorzar, regresamos al punto de partida por los helados páramos. Aquí el grupo se segregó, entre los que regresamos a casa, al calor del hogar, y los que decidieron pasar noche toledana al lado del tímido fuego de la chimenea del refugio.

Una grata y sufrida experiencia.

Author: Motorizer
•sábado, noviembre 08, 2008

Tras las bajas de última hora, lejos de amedrentarme, y eso que no soy muy amigo de hacer cosas en solitario, me animé a subir este magnífico sábado, luminoso y radiante a la Ragua, camino de nuestra cima señera, el Chullo. Hasta el infinito y más allá, partiendo del nivel del mar hasta los 2.610 m.s.n.

Madrugué de forma relativa, sin prisas y sabiendo que no debía regresar muy tarde. La llegada el Puerto fue recepcionada por una manada de cabras montesas de corta edad que se encontraban en mitad de la carretera. En el aparcamiento partían unos ciclistas hacia Trevélez mientras sus sufridas esposas a modo de coche escoba lo hacían por carretera.

Nieve, y más nieve, eso es lo que se puede describir de esta ascensión. Me tocó abrir huella (porque la que dejó el zorro la noche anterior era una simple marca del camino hasta la cima). De todas las veces que la he hecho, ésta es la primera en solitario y en la que la cima estaba sola para mí. Hasta que llegó otro montañero cordobés con el que estuve charlando y me bajé justo a tiempo antes de que una numerosa horda de personas hollara el Chullo.

En resumen, buena ascensión con gran cantidad de nieve y con ganas de volver. ¿Para cuando la próxima?
Author: Motorizer
•jueves, octubre 30, 2008


"Gran Alpinista y mejor persona". Así comenzaba la presentación de esta mujer con todas las letras, pues pese a su juventud, ya ha vivido grandes experiencias en varias cordilleras de todo el mundo, centrándose, al ser fichada por Al Filo, en el Karakorum. Recién regresada del Himalaya tras conseguir su tercer ochomil, nos presentó su documental Montañas del Mundo, un repaso a su corta pero apretada e intensa trayectoria de ascensiones impresionantes, destacando las aristas de Peuterey o sus expediciones a la Antártida y dos ochomiles. Emotivos a veces, como la caida desde 15 metros en una cascada en el caribe, que costó la muerte a su compañero (éste cayó desde 80 metros) y una retirada durante año y medio de la actividad alpinística, como impresionantes otras.

Al final, nos inmortalizamos con ella, tras la entrega de placa conmemorativa por parte de Jean-Claude. Le deseamos un gran éxito en su carrera y que siga sumando triunfos.


Author: Fox Mulder
•sábado, octubre 25, 2008

Con puntualidad británica salimos hacia Paterna Luigui, Ana, Belén, y yo; pasando por la Ciudad del Transporte para recoger a Manolo y María José. El destino de esta jornada de relax/captación era el Castañar de Paterna, un lugar mágico en otoño y que se va convirtiendo en una de nuestras rutas fijas anuales. Este año, quizás, la visitamos demasiado temprano y los colores del otoño no estaban aún en todo su esplendor; además, el cielo estuvo cubierto la mayor parte del día y, sin la luz que le dé intensidad a los colores, las estampas vivas, brillantes y luminosas que en otras ocasiones captamos con nuestras cámaras aparecían bastante apagadas en esta visita.

En una jornada como ésta un buen desayuno no puede faltar, y paramos en un bar céntrico de Laujar, donde ya hemos estado otras veces. Típico bar de café en vaso de caña, azucarillos, tostadas al peso, y filetes de jamón. Allí María José encontró gente conocida, Miss Simpatía 1927 me dio otro par de azucarillos por no darme de hostias, y Belén tuvo que lidiar con la señora que no encontró cobertura en otro sitio que el servicio de señoras del bar.

Después del "frugal" desayuno tomamos el desvío hacia Paterna, y más tarde hacia Balsa Grande, donde se encuentra el inicio de ruta. Aunque las predicciones daban un 70% de lluvia y siempre tuvimos la amenaza de nubes grises en el horizonte, sólo nos cayeron unas gotas a última hora del día. El ritmo era tranquilo y nos detuvimos las veces que hicieron falta para fotografiar los paisajes. Antes de descender hasta el valle del río Paterna tuvimos una "agradable" conversación con unos cazadores, que más parecían un comando exterminador del ejercito serbio que otra cosa, y que iban rodeados de una jauría de eléctricos perros de caza. Tomó la palabra en todo momento el que parecía el cazador más dicharachero del grupo, que nos preguntó por la salud, si eramos "senderistas" (¿fui el único que apreció un tono sarcástico en esa pregunta?), y nos advirtió de que la Guardia Civil estaba multando a quién pillaba recolectando castañas del suelo. Cambiando su rifle con ligereza de un hombro a otro, como el que se pasa la bolsa con la compra del Mercadona de una mano a otra, nos comentó también que habían abatido a un par de "marranillos" que habían dejado allí tirados para ir a recogerlos más tarde con el todoterreno.

En fin, dimos por concluida la conversación y tiramos monte abajo como auténticas cabras, aunque la verdad es que unas cabras hubieran elegido mejor el camino que nosotros. La bajada la hicimos por una vereda NO oficial, bastante asilvestrada por decirlo de alguna forma, y después de sortear varias zarzas y otras tantas pendientes pronunciadas nos cruzamos con la senda oficial casi llegando al río.

Un poco más allá nos dimos un atracón de moras, y ya junto al puente hicimos una breve parada: Luigui intentó reconstruir su mapa empapado por una fuga de agua en su camelbak, nos hicimos la foto de bandera adjunta a este post, y tomamos de nuevo la pendiente para comer ya arriba y evitar indigestiones por subir con el estómago lleno. Y en el mismo chambao donde a la ida nos tomamos el tentempie de media mañana, almorzamos brevemente (en el sentido temporal, claro, porque alguno hubo que se trajo el frigorífico de su casa a cuestas) y continuamos camino.

Casi al final de la ruta nos encontramos con un ejemplar enorme de gallipierno (Macrolepotia procera) cuyo sombrero es comestible y muy apreciado en cocina (¡mierda!).

Y para terminar, comentar el ataque aéreo sufrido por Luigui mientras hablaba por el móvil con su señora esposa: un castaño zafio y malandrín, pero con más puntería que Harry el Sucio con gafas de Alain Afflelou, lanzó uno de sus frutos en una trayectoria hiperbólica con premeditación, casi nocturnidad, y alevosía hacia la desprevenida testa de Luigui que encajó el impacto con la paciencia del padre que aguanta las pequeñas travesuras de sus hijos.

Sin más, nos vemos en la próxima, y os recomiendo el reportaje que Luigui ha publicado en Nevasport.
Author: Motorizer
•sábado, octubre 18, 2008



11 horas de pateo por las grandes alturas de Sierra Nevada es muy difícil de resumir en pocas palabras.

De nuevo madrugamos para partir hacía la Hoya de la Mora. Jesús, Manolo, María del Mar, Africa, Manu, Ana, un servidor y una rubia Rumana, conocida como Ursus, éramos los elegidos para la gloria: llegar hasta la lágrima de Sierra Nevada, la Laguna de la Mosca. No pudo ser, pero nos quedamos cerca.

Manu fue baja en el primer tramo del trayecto, consecuencia del esfuerzo físico del día anterior.

El resto de expedición conseguimos pasar, no una, sino dos veces el famoso Paso de los Guías, venciendo miedos personales.

Nos plantamos en el refugio de la Caldera, donde tuvimos oportunidad de conocer a varios miembros del Foro Nevasport.

Mientras María y Africa descansaban en el refugio, el resto nos dirigimos hacia la entrada del Gran Vasar del Mulhacén, desde donde divisamos nuestro objetivo, tan cerca, pero que dejamos para otra ocasión.

Volveremos.
Author: Fox Mulder
•sábado, septiembre 27, 2008

Con un pequeño retraso comenzamos esta última aventura del grupo, aunque el motivo era razonable: esperabamos a Sebastián, este hombre que aparece en las listas de nuestras expediciones para todas las rutas desde hace casi 3 años y todavía no habíamos conocido en persona. A decir verdad yo pensaba que era algún tipo de virus que afectaba al ordenador de Jesús, que añadía el nombre Sebastián a las listas, o su ángel de la guarda, y que siempre lo añadía por superstición. Finalmente comprobamos que era una persona de carne y hueso, conocido del viejo Retamar, y que sufrió el acoso guasón de Jesús durante todo el día con mucha paciencia. No sé si Jesús quería hacerle pagar por sus faltas durante estos años, o asegurarse de que no volviera durante los próximos lustros.

También María del Mar, nuestra querida "sosia", se apuntó a la ruta. No la veíamos desde que PJ la puso al borde de aquella pedriza en La Sagra, y le dijo: "¡Por ahí!".

Completabamos el grupo: Jesús, hilando fino para desgracia de Sebastián; Jaime, con mono de Doritos; Luigui, con la cámara a punto para registrar las mejores imágenes de la ruta; y un servidor, de estreno esta temporada, y con el freno "echao".

Sobre las 9 de la mañana salimos para Fiñana en los coches de Sebastían y Jesús. Nuevo reencuentro con el Montellano y sus tostadas de jamón, esta vez con el valor añadido de ver al jefe del bar más animado que nunca. Una de dos, o se tragó un DVD del Club de la Comedia, o se pasó con el coñac en el carajillo de primera hora de la mañana. En fin, estuvo "inspirao" el hombre...

Después de recorrer la eterna pista entre el pueblo de Fiñana y el cruce de salida en la sierra, dejamos los coches, y nos arreglamos para enfrentarnos a esa primera pendiente que engancha con el cortafuegos de El Doctor. En frio se hace dura, pero ya sea por costumbre, o por ganas de montaña, cada vez nos sentimos más a gusto subiendo ese camino.

Después de poco más de una hora alcanzamos el final del cortafuegos, allí donde acaban los árboles, y entre una niebla bastante espesa, tuvimos un gabinete de crisis. Quedaba un buen trecho hasta la cuerda de la sierra y perdíamos la referencia del cortafuegos. Tras consultar el mapa de la sierra decidimos continuar con la ayuda de una brújula que nos guió en dirección S hasta los Peñones del Mediodía. Un breve descanso durante la ascensión, y tras la cima, de vuelta, esta vez pasando por el refugio de El Doctor donde paramos a comer.

Allí, mientras daba cuenta de mis bocatas, tuve un reencuentro temible a la par que emotivo, un descendiente directo del bicho trepanador de cerebros que allá por el 98 me mantuvo toda una noche en vela, se asomó a mi mochila. He consultado en internet que un bicho trepanador de cerebros puede vivir entre 8 meses y un año, así que debía ser algo así como el tatatatatatatatatatataranieto del auténtico bicho trepanador de cerebros, pero en miniatura. En definitiva, me miró fijamente a los ojos y esbozó una microscópica y chulesca sonrisa, como diciendo "quédate esta noche a dormir si tienes güevos, que verás la que te espera".
Author: Motorizer
•sábado, septiembre 13, 2008


Tocaba desengrasarse las articulaciones, y no se nos ocurrió otra cosa que pegarnos el madrugón padre, tirar para Sierra Nevada y salir desde las Posiciones del Veleta, en busca de un nuevo tresmil: el Cerro de los Machos (3.327 m, según Alpina). Una bajada hasta el Corral del Veleta nos mostró la cara más salvaje y descompuesta del gigante de Sierra Nevada, adornado con una pizca de prematura nieve estival. La subida hasta los Machos, por su canuto le añadió emoción y algún sobresalto, al tener cerca de nuestras cabezas un alud de tierra. La guinda, tras coronar la cumbre, la tuvo el famoso Paso de los Guías, al que Jesús consiguió vencer su vértigo y Olga pasar h"olga"damente.




De ahí, con ganas de más, y de postre, subida al Veleta, donde descansar tras comer, y vuelta a casa.

Empezamos bien.

Author: Motorizer
•jueves, agosto 28, 2008


Oye Jesús, tengo el traje de faralaes manchado de rebujito y no se me va la mancha, ¿qué tal si cambiamos el bailoteo de sevillanas por las botas y no plantamos en el Chullo? Po fale. Y allí que nos fuimos, salvando el fuerte viento de levante que nos regalaba 38 grados a las 4:30 de la tarde. Llegando al albergue de la Ragua, nos recibieron unos más que agradecidos 21 grados. La toma de contacto antes del final del verano, nos pone a prueba para ver los estragos que han hecho las tapas, los helados Magnum de doble chocolate y ese grifo de cerveza tan a mano en la cocina. Hemos aprobado con holgura logrando la subida personal más rápida hasta la fecha, y es que, estamos en tiempo post olimpiadas. No hay medallas, pero sí el premio de poder ver cómo se oculta el sol entre los gigantes de Sierra Nevada mientras en el techo de Almería se está fresquito.


Author: Fox Mulder
•domingo, junio 08, 2008

¡Dios Santillo! ¡Qué palizón de andar!

Domingo, 08:00:00:000am, trío calavera, Canal Sur, rumbo al Pampanico, y los dominios de los Pelao: la Sierra de Gádor. Nuestro propósito era llevar a cabo un entrenamiento para Siete Lagunas, y la ruta era perfecta para nuestra intención. Luigui cargó su mochila un poco más, para hacer el entrenamiento más serio, pero ni Olga ni yo lo hicimos. Yo tenía los hombros quemados por el Sol traicionero de la media tarde anterior, y una cosa era entrenar, y otra ajusticiarse.

Desayunamos en Dalías, en el Tangay. El hombre nos ofreció churros del pueblo, muy buenos, para completar el desayuno. Primer cartel del día: "ALGUIEN HA MATADO A MI PERRO". En busca y captura los desalmados que con una escopeta de perdigones estuvieron deambulando por las inmediaciones del casino la otra noche. El segundo cartel curioso lo encontramos más tarde: "PROHIBIDO TIRAR EL MURO". Vamos que son brutos los del poniente, porque yo paso delante de un muro y ni se me pasa por la cabeza tirarlo, pero allí debe ser deporte municipal.

En fin, sin perdida (sin que sirva de precedente) nos dirigimos a la salida de la ruta, en lo más elevado del merendero del Arroyo de Celín. Allí un cartel señalaba el inicio del sendero. Nos encontrabamos a 600 metros apróximadamente, y sabíamos que tendríamos un desnivel importante por delante, pero no nos pusimos ningún objetivo concreto. Así que comenzamos a subir.

El sendero no tenía perdida, pero no era ni mucho menos cómodo de recorrer: en constante pendiente, piedras y más piedras, más parecía una escalera que un sendero. Eso sí, agradecimos muchas zonas de umbría, repartidas estratégicamente, hasta que llegamos a Cortijo Clavero. Hasta ese momento fue lo mejor de la ruta. A partir de ahí, la sombra casi desapareció, pero la pendiente continúo hasta Fuente Alta. El único trecho de sombra fue el que aprovechamos para hacer un "break" en el camino sobre el mediodía.

Antes de llegar a Fuente Alta (a unos 500 metros) el sendero se acaba y comienza la pista forestal, que nos tuvimos que disputar con los quads, motos, y todoterrenos de turno, que hacen de la sierra la M-30 en hora punta. Al alcanzar Fuente Alta los vimos allí sentados con sus vehículos aparcados al lado, así que pasamos de largo; eran las una menos cuarto y creíamos poder llegar a Nuevo Mundo (2.119 m). Pero no conocíamos bien el camino que aún quedaba por recorrer y tuvimos que claudicar. Eran más de 8 kilómetros de recorrido y llevabamos (yo al menos, con mi lesión en la planta del pie) las fuerzas bastante justas. Además, llegando a la cuerda de la sierra, al cruzar una granja de panales de abejas tuvimos un par de percances: una abeja se enredó en el pelo de Olga, aunque salió ilesa (Olga también). Menos suerte tuvo Luigui, que sufrió un picotazo en el lóbulo de su oreja, y aún hoy se está recuperando. El antihistamínico resultó providencial para que la cosa no fuera a mayores.

Volviendo nos encontramos Fuente Alta desierta, así que nos pusimos a comer con unas vistas increíbles del mar, los invernaderos, y los pueblos del poniente de la provincia. Menudo asiento de primera, ya quisiera El Bulli. Y tras una breve sobremesa nos pusimos en marcha. Decidimos tomar el sendero de nuevo hasta Cortijo Clavero, porque volver por la pista se nos podría hacer demasiado pesado desde Fuente Alta, y allí, tomar la pista, evitando el sendero de Cortijo Clavero hasta el merendero, que pensamos que resultaría muy duro para nuestras rodillas. Craso error.

16:00:00:000pm, bocata de jamón, estómago lleno, Sol de justicia, las ranas con cantimplora, ..., recorrer la pista fue un auténtico infierno. Ni encontrarnos con esa ligera pendiente que hacía más fácil el paso nos aliviaba del dolor que empezabamos a sentir por todo el cuerpo, el tremendo cansancio, y el calor. Desde la altura veíamos el camino que nos quedaba por recorrer, y eso era lo peor, el camino no parecía tener fin. Cualquier atajo que nos ahorraba los metros de una curva de esa serpenteante pista, lo cogíamos con ansia, pero ni con esas el camino parecía hacerse más corto. No tengo ni idea de los kilómetros que pudimos llegar a hacer, pero fueron muchos, y pesados. Incluso vivimos momentos de gran tensión debido a la desesperación. Finalmente, alcanzamos el punto de origen, hicimos un pequeño descanso junto al coche, y volvimos a casa.

En definitiva, superamos los 1.400 metros de desnivel en esta ruta, que salvando las diferencias de altitud, es equiparable al desnivel que se supera en la subida a Siete Lagunas desde Trevélez, y aunque no llevabamos mucha carga, la distancia en kilómetros si nos puede hacer sentir orgullosos del esfuerzo realizado.
Author: Fox Mulder
•sábado, mayo 24, 2008

¡Menuda sorpresa!

Y es que la ruta que planeamos por la Sierra de Huétor, que se presentaba en principio como una toma de contacto, fue una RUTA en toda regla. Muy completa.

De nuevo el trío calavera, y este sábado un madrugón más llevadero: salimos a las 8 de la mañana. Paramos en Dólar a tomarnos unas riquísimas tostadas, y luego rumbo a la Sierra de Huétor. A pesar de tener poca información dimos con la salida a la primera, y en pocos minutos desde la A-92 nos encontramos en el Centro de Visitantes de Puerto Lobo, donde una simpática señora nos atendió muy bien y nos dio instrucciones y consejos para llevar a cabo la ruta que teníamos planeada.

The first in the front: a pesar de las indicaciones, nos equivocamos (me equivoqué, jeje) al tomar la ruta en la misma salida, y partimos en sentido contrario al que nos habíamos propuesto. Esto es: nos encontrabamos en el punto más al Sur de la ruta, en sentido de las agujas del reloj nos enfrentabamos a una subida de 300 metros de desnivel hasta la Cruz de Víznar; en sentido contrario, una apacible pista forestal nos llevaba hasta el punto más al Norte de la ruta pasando por el Mirador de Víznar, y esta fue la dirección que tomamos (aunque por error). Luego, cosas de la vida, resultó ser la mejor opción (error + error -> acierto) porque la vuelta, por un sendero, fue mucho más bonita, como siempre, que recorrer una "anodina" pista forestal.

De la ida, poco que comentar, salvo las increíbles vistas de las nortes de Sierra Nevada, y alguna incursión infructuosa, fuera de pista, para encontrar unas trincheras que según el mapa estaban cerca de donde nos encontrabamos. Pero lo cierto es que estabamos completamente desorientados, y sólo cuando nos topamos de repente con el Mirador de Víznar fuimos conscientes de dónde estabamos. La ruta era más corta de lo que habíamos pensado.

Al poco tiempo tomamos el desvío hacia el Sanatorio de la Alfaguara, poco señalizado, pero tuvimos suerte, y con un poco de orientación (y la ayuda de unos caminantes que volvían de allí, jejeje), lo encontramos. El tema de conversación (sesiones de espiritismo, experiencias con lo paranormal, etc) era propicio para ir calentando el ambiente. Los walkies encendidos, ávidos de recibir una señal del Más Allá. Pero la visita al Sanatorio resultó decepcionante. El edificio está completamente en ruinas, y el día, parcialmente soleado, no invitaba a sucesos paranormales. Más bien, todo lo contrario. Ni "cacofonías", ni psicofonías, la chocolatina energética del Mercadona para reponer fuerzas y arreando que es gerundio.

Volvimos sobre nuestros pasos, y dejamos más allá unas impresionantes trincheras para la próxima visita. Se acercaba la hora de comer y llegamos hasta el Area Recreativa de la Alfaguara. Arreció el viento y no pudimos comer cómodamente, pero nos metimos un buen atracón a pesar de todo. Luego entramos a la posada que hay junto al área recreativa a echar la sobremesa, y posteriormente hicimos una visita al Arboretum Alfaguara: un recinto mágico con un pequeño sendero que discurre entre árboles de todas las especies, etiquetados con pequeños paneles en los que se mostraba su nombre común, y científico.

Bueno, y llegó la hora de emprender la "bajada". Esta vez todo el camino discurria por un sendero muy chulo, en ocasiones lleno de piedras como si fuera una escalera natural, y en ocasiones con un colchón de agujas de pino secas que convertían el suelo en una mullida pasarela por la que andabamos como si estuvieramos en casa con las pantuflas puestas.

El primer punto de interés que nos encontramos a la vuelta fue la Cueva del Agua, junto a un mirador con increíbles vistas de nuevo de toda la cara norte de Sierra Nevada. Hicimos una pequeña inspección porque la entrada estaba vallada, y luego nos quedamos impresionados al saber que existen hasta 3 kilómetros de galerías dentro de esa cueva.

Seguimos andando por el sendero, a la sombra de los pinos (¿?) la mayor parte del tiempo. Encontramos huellas de un tejón que nos precedió por esos parajes, y a unos pocos metros del sendero, que discurría por el límite occidental de la sierra, se abría un horizonte impresionante desde el que se podía ver la ciudad de Granada.

Estabamos llegando a la base de la Cruz de Víznar, y aquello tenía pinta de que podía subirse sin mayor esfuerzo. El caso es que con esfuerzo o sin él, llegamos hasta la misma cruz, y con más miedo que vergüenza nos hicimos allí unas fotos en la cumbre. La verdad es que daba un pelín de vértigo mirar a un lado.

Por último, descenso controlado hasta encontrarnos de nuevo junto al Centro de Visitantes. Estuvimos un buen rato de charla de con la señora (que era bióloga, como la Obregón), rellenamos una encuesta, nos hicieron un regalo, y visitamos la exposición. Muy interesante y entretenida.

Resumiendo, estas rutas son de las que me hacen pensar: ni dedicando un mes a organizarla hubiera salido mejor. Tanto pensar, tanto pensar, ...
Author: Fox Mulder
•sábado, mayo 17, 2008

Otro madrugón, y ya es el séptimo en lo que llevamos de año. Otro palizón de coche, y también van unos cuantos. Otra visita a Sierra Nevada, y es que no hemos visitado otra sierra desde que comenzara el 2008 hace casi 5 meses. Aunque de esto último no se cansa uno, así como tampoco de la ruta que hicimos el sábado, y que ya hemos realizado unas cuantas veces: la Vereda de la Estrella. Y ya que estamos contando, la primera vez que la completamos en primavera, y la segunda que la hacemos recorriendo el "lazo" completo por la Cuesta de los Presidiarios.

El día amaneció cubierto, y había pronóstico de lluvias en casi toda España, pero tuvimos suerte y no tuvimos que utilizar los chubasqueros en todo el día. Eso sí, las caras nortes de las grandes cumbres de Sierra Nevada estuvieron escondidas por unas cansinas nubes durante todo el día, apenas se llegó a vislumbrar la cima de la Alcazaba durante unos instantes cuando alcanzabamos el punto más alto en la Cuesta de los Presidiarios, como un pequeño premio a nuestro esfuerzo.

Nada más llegar cumplimos con nuestra rutina de siempre y visitamos el típico bareto de pueblo en Güejar-Sierra para dar cuenta de un buen desayuno antes de comenzar: tostadas de jamón y sobrasada. Y continuamos hasta el Barranco de San Juan donde iniciamos la ruta. Como siempre las primeras rampas, en frío, se hacen difíciles, pero enseguida pusimos velocidad de crucero, y nuestras piernas respondieron. Llegamos al "abuelo", majestuoso desde lejos, descuidado si lo observas de cerca. Pienso que un ejemplar de estas características debería estar más protegido. Y llegamos a la bifurcación, el nudo del "lazo": teníamos la opción de (1) seguir llaneando hasta Cueva Secreta por verdes y floreados senderos, donde los pajarillos trinan melodías campestres, y los animales te saludan amigablemente al pasar (opción que tomaron los moñas y las maripaquis del Club Sherpa), o (2) descender hasta el rio, para enfrentarnos después a las infernales pendientes de la Cuesta de los Presidiarios, donde la oscuridad y las tinieblas esconden las almas de los que perecieron en el camino, entre espesa y tenebrosa vegetación, asperas ramas, falanges asesinas dispuestas a apresarte por el cuello al pasar, y con la única compañía de los aullidos del viento que surgen de lo más profundo del bosque (opción que tomamos nosotros, el Grupo AFP).

Hicimos una pequeña parada en el puente que cruza el rio, cuidando de no enfriarnos demasiado antes de acometer las temibles rampas. Olga se tomó un Burn y salió sin esperarnos, y luego nos las vimos y nos la deseamos para darle caza. Alcanzamos la cuerda de la montaña tras un importante esfuerzo, y remontar unos 300 metros de altura, y nos asomamos a las vistas que había al otro lado. A partir de este punto el sendero continuaba con subidas y bajadas hasta llegar al Refugio de la Cucaracha, donde hicimos la parada técnica, y más allá, El Aceral, donde paramos brevemente antes de descender hasta el rio, y recorrer el último tramo hasta Cueva Secreta.

Recuperamos al bajar el rumor del abundante agua proviniente del deshielo que habíamos dejado de escuchar tras ganar altura. Un sonido que da mucha vida al recorrido, y que compensa el colorido que en otoño toman las hojas de los árboles, que en esta ocasión no pudimos disfrutar. En esta ocasión nos dimos un atracón de verde, que tampoco está nada mal.

A las dos y media, y tras cuatro horas y media de camino, llegamos a Cueva Secreta. Allí buscamos un pequeño refugio al resguardo del viento y repusimos fuerzas para la vuelta. Los Sherpas, que estaban ya allí cuando llegamos, iniciaron el regreso mientras comíamos. 30 o 40 minutos después salíamos nosotros, ¿seríamos capaces de pillarlos? No lo fuimos. Volvimos rápido y a muy buen ritmo, adelantamos a mucha gente y nadie nos adelantó a nosotros, pero a ellos no los alcanzamos. En apenas dos horas y media ya estabamos en el Barranco de San Juan, con todo lo que llevabamos en las piernas, y viniendo desde Cueva Secreta, pero los Sherpas ya abandonaban el lugar en sus coches cuando llegamos.
Author: Fox Mulder
•jueves, mayo 01, 2008
La Alpujarra nos va surtiendo poco a poco de sus tesoros más escondidos, pequeñas joyas en las que el tiempo parece haberse detenido y que nosotros disfrutamos como el mejor de los regalos que nos puede ofrecer tan bella comarca.

Ha pasado más de un año desde que comenzamos con el primer tramo de la Ruta Medieval el pasado 7 de Abril de 2007. Han sido en total cuatro intensas jornadas de senderismo que concluyeron ayer tras recorrer el tramo que discurre entre Pórtugos y Busquístar. La guinda la puso el descubrimiento del puente que nos sirvió de inspiración para realizar los cuatro tramos en los que esta ruta se descompone. Lo curioso es que para llegar a este puente se accede desde Busquístar, a través de un camino que no pertenece a la Ruta Medieval, y que desciende desde el pueblo al río, para después ascender por una escarihuela al otro lado del valle.
El madrugón en el Día del Trabajo nos lo pegamos Angel, Noemi, Luigui, Olga, y yo, algunos con las huellas de los crampones todavía en los pies. Empezó el atracón de curvas a las 7 y cuarto de la mañana, y no precisamente de curvas como las de Jessica Alba. Parón a desayunar en Trevélez, y de seguido hasta Pórtugos, donde iniciabamos la ruta. Descendimos por Atalbéitar hasta Ferreirola, y el terreno nos empezó a resultar conocido a algunos (hace apenas mes y medio estuvimos por aquí).

Un primer intento de localizar el puente: infructuoso. Llegamos hasta el río a través de una vereda que descendía desde un punto a un kilómetro de Busquístar, pero lo que encontramos allí no era ningún puente. Vuelta al camino, y acelerando que se nos echaba el tiempo encima y no teníamos ni idea de dónde encontrar el dichoso puente. Entramos en Busquístar, que estaba de fiesta, y sus empinadas callejas nos llevan hasta la plaza del pueblo. Allí, y tras una pequeña parada técnica, continuamos por el sendero en dirección Portichuelo de Cástaras, a ver si por allí dabamos con otro sendero que nos llevara al río. Avanzamos pero no encontramos ninguno, sólo caminos particulares. Un pastor que estaba allí nos dijo que puentes sólo conocía dos, el que ya habíamos visitado viniendo del Portichuelo de Cástaras el pasado día 15 de Marzo, y otro bajando desde Busquístar, pero que él no sabía nada de arcos ni piedras, decía que el puente era de madera. Y es que mi descripción del puente no era muy precisa.

De vuelta en Busquístar encontramos un sendero señalizado que bajaba hasta el río y una escarihuela al frente, nuestro último cartucho. Bajamos, y allí estaba, esperándonos, al principio dudas, luego casi la certeza de que se trataba del anhelado puente. Paramos a comer junto a unas rocas al otro lado del río, y tras una breve sobremesa y las fotos para la posteridad, emprendimos camino de regreso a casa.

En fin, misión cumplida. Atrás quedan las tostadas de jamón de los pueblos de la alpujarra, y la Maestra Cortadora de Jamón de Juviles; la señora del "un tío con cojones..."; las penurias de realizar una ruta en sentido inverso; la fuente de la gaseosa y otras muchas fuentes; fachadas encaladas, pueblos con calles empinadas, Juviles, Nieles, Cástaras, Busquístar, Ferreirola, Atalbéitar, Pórtugos; extensos prados verdes, mucha vegetación, y agua, agua por todos lados; el "restaurante"; un buen montón de espectaculares imágenes para el recuerdo, y la promesa de volver algún día.
Author: Fox Mulder
•domingo, abril 27, 2008

Para describir rutas como la del domingo, el blog se queda pequeño, y me acuerdo de las entrañables "crónicas". La del domingo fue una ruta de las que marcan un hito en la historia del grupo... ¿quién lo iba a decir? Desde principio de la semana de lo único que se hablaba era de aludes, amputación de piernas por uso indebido de los crampones, fractura de cráneos por piolets volantes, cegueras temporales, y varias hecatombes más... jjejejejeje... nada de eso, como dijo Luigui, los crampones son un elemento de seguridad, los piolets los tuvimos bien agarrados, y los aludes quedaban muy lejos de la ruta que seguimos.

El madrugón se hizo más duro de lo habitual, por ser domingo, y porque a las 5 y media de la madrugada andabamos camino de la sierra: Luigui, con su dedo prácticamente regenerado; Jesús, reapareciendo después de un largo periodo en el dique seco por su lesión en el pie; Jaime, empalmando desde la Mae West; Olga, con ganas de estrenarse en el Veleta; y yo, con las hecatombes en la mente. Paramos en los Abades, pasado Guadix, para desayunar un poco, y luego en Cenes de la Vega para recoger el material que habíamos alquilado (crampones y piolets). Un poco más tarde de las 8 y media estabamos en Pradollano dispuestos a tomar los 3.392 metros del Veleta.

Hizo un día espectacular, y sólo la protección solar evitó que acabaramos como auténticas gambas a la plancha. Incluso en la cumbre, donde almorzamos, soplaba una brisa ligera y refrescante, nada que ver con los vientos que en otras cimas nos solemos encontrar algunas veces. La nieve, que cubría tres cuartas partes del camino, hacía el paso más difícil, pero también convertía zigzagueantes y escarpados senderos, en uniformes pendientes, mucho más sencillas de ascender.

El uso de los crampones, tras unas breves indicaciones técnicas por parte de Luigui, no afectaban en exceso a la forma de caminar, pero la inexperiencia hizo que no estuvieran bien ajustados, lo que provocó que algunos sufrieramos dolores en los pies que en momentos se llegaron a hacer insoportables, pero al final aguantamos el tirón. En cuanto a los piolets, lo utilizamos básicamente como herramienta de apoyo, pero se nos ocurrieron unos cientos de utilidades más. No pudimos hacer prácticas de técnicas de detención porque ni la nieve ni la pendiente favorecían el desplazamiento, así que detenerte estando parado... como que para unos alpinistas inexpertos como nosotros nos hubiera resultado incluso fácil (yo a lo mejor me podría haber liado un poco, pero bueno).

Progresivamente fuimos alcanzando la cumbre a partir de las 2 de la tarde, y como estabamos muertos de hambre nos pusimos a comer y dejamos el reportaje fotográfico para después. Nos sentamos en el techo del refugio que hay junto a la cima del Veleta, y desplegamos nuestros enseres (mantelillo incluído). Otros montañeros, que se encontraban en la cima, estaban disfrutando de su almuerzo cuando llegamos y compartieron con nosotros sus viandas. Nosotros, que hemos estudiado en frente de colegios de pago, correspondimos su generosidad con algunos de nuestros alimentos, dando buena muestra de la camaradería existente entre la gente ligada a la montaña.

Sin embargo, siempre hay alguna excepción que confirma la regla, y ya que hablamos de excepciones y de reglas, nada mejor que el enunciado de la siguiente teoría para describir la situación que se produjo con una pareja de esquiadores que llegaron un poco después que nosotros.

"Teoría del Recalo Universal"
Dado un senderista S, que deja colgar las piernas desde el techo del refugio del Veleta, y un esquiador E, que apoya sus skies sobre mismo punto geodésico que marca la cima de la citada montaña, dice la Teoría del Recalo Universal, que las piernas del senderista S levantarán las piedras del techo del refugio produciendo recalos que son inversamente proporcionales a la imbecilidad del esquiador E.

Corolario: "Haz lo que quieras que no te voy a pegar"
La magnitud de los recalos tiende a 0.

En fin, después de las fotos de rigor pusimos rumbo a casa. Volvimos sin apenas paradas técnicas, sólo para orientarnos y elegir el camino más favorable para la bajada. Casi llegando paramos para quitarnos los crampones, y algunos comprobamos que teníamos los pies totalmente calados. La expresión "la confianza da asco" dio un nuevo giro de tuerca cuando me agaché a recoger mis crampones y dos calcetines empapados pasaron rozándome las orejas. Alguien había puesto a secar los calcetines encima de mi mochila. Ntchs... ¿a dónde vamos a llegar?

Tras una breve parada en el Albergue Universitario, para tomar unos cafés y unos refrescos, volvimos a casa.
Author: Fox Mulder
•lunes, abril 14, 2008
Un año más sustituimos la montaña por el salón de actos de la Casa de la Juventud para alimentar nuestra sed de aventuras. Este año las jornadas fueron más generosas que nunca con nosotros, y como siempre, muy entretenidas. Aunque siempre está el inconveniente de ver esas imágenes tan espectaculares que te dan ganas de tirar tu cámara digital a la basura, o ver como tus dientes se hacen largos de conocer a personas que viven del montañismo, y de hacer expediciones tan increíbles.

Este es un resumen de las 3 conferencias a las que asistimos:

JUEVES
Jonathan Trango "El compromiso vertical. Alpinismo de dificultad, ligero, y rápido"

Jonathan Trango, un apasionado de los Andes, nos contó sus aventuras por aquella maravillosa cordillera, y otras importantes ascensiones, que él realiza con unas técnicas muy arriesgadas, en las que prima la ligereza de carga para ascender rápidamente y alcanzar los objetivos de la forma más vertical posible. Un apasionado de la montaña, y de las decisiones a vida o muerte.
Nos perdimos un poco con los términos técnicos que se utilizan para medir la dificultad de la escalada, y otros elementos comunes en el alpinismo (tampoco el acento del conferenciante ayudaba mucho).
Al final de la conferencia, en el sorteo, Luigui agarró unos flamantes gallumbos largos de invierno.

VIERNES
Miguel Angel Vidal "Antártida, la frontera del frio"

Un tío mucho más salao que el Jonathan, con un cara típica de esas que combina seriedad y guasa al mismo tiempo. Nos contó sus aventuras por el 7º Continente siempre con un tono de humor bastante fino. Las imágenes, mucho mejores que las del día anterior, nos mostraron la crudeza de la práctica deportiva por aquellos lares, así como impresionantes estampas del desierto helado de la Antártida.
En el día de hoy, Luigui certificó una racha de buena suerte, que no se producía desde los tiempos de Vida y Luz, con un señor premio en el sorteo: unas botas Vasque, con Gote-lé, y suelas Cimbran.

SABADO
Iker y Eneko Pou "Siete Paredes, Siete Continentes"

En una época donde parece que todo está explorado, ascendido y las cumbres mas del planeta conquistadas, los hermanos Pou, le dan una vuelta de tuerca al espíritu romántico del montañero, buscando nuevos retos donde sus manos y pies desafían la verticalidad. Para ello se embarcaron hace unos años en un grandioso proyecto, subir una pared en 7 lugares recónditos del planeta: Naranjo de Bulnes, Trango, Magadascar, Fitz Roy, Totem Pole, El Capitán (Yosemite) y Antártida.
El relato y desarrollo de la proyección fue amenizado por los comentarios de Iker y Eneko, traslándonos hacia esos remotos lugares, impregnados de ambiente montañero de una manera desenfadada. Una de las charlas que crean afición. Al final, regalo de posters firmados y dedicados y hasta el año que viene.
Author: Fox Mulder
•jueves, marzo 27, 2008
Bueno, lo que me propongo con este post es retomar un poco la labor de ir documentando nuestras pequeñas "hazañas". Algo sencillo, pero que nos sirva un poco para hacer balance de lo que llevamos hecho, y vamos haciendo a lo largo del año.

Luigui, a través de su contacto en la Diputación Provincial, nos puso al corriente de estas actividades, y tras repensarlo un poco, y cancelar los miles de planes que teníamos para Semana Santa nos decidimos a probar.

Se trataba de la primera jornada de estas actividades, y la ruta partía de la Posada de los Arrieros hasta llegar al Puerto de la Ragua. Muy sencilla, con un desnivel suave, aunque siempre cuesta arriba, y de unos 5'5 kilómetros de recorrido. El problema fue la noche tan desapacible que nos encontramos: entre 0º y 5º, fuertes vientos que nos lanzaban cristales de nieve desde las cumbres de Sierra Nevada, y finalmente una ligera nevada. Aunque nos pilló ya llegando a la Ragua.

Creo que este tipo de actividades nocturnas pueden ser mucho más interesantes si se realizan en espacios abiertos, en los que realmente se aprecia la intensidad de la luz reflejada por la Luna Llena, y, por supuesto, con un cielo despejado. El sábado por la noche, durante la ruta, la Luna no apareció por ningún sitio, ya a última hora asomó entre un par de nubes para despedirse de nosotros, y esbozar una ligera sonrisa... parecía decir: "la próxima vez que contéis conmigo, avisadme".

Adjunto la imagen publicada hoy en el periódico La Voz de Almería acerca de la actividad. Apréciese que el fotógrafo tuvo la suficiente sensibilidad artística como para dejarnos a Luigui y a mi fuera del encuadre... un chico con talento.