Author: Fox Mulder
•sábado, diciembre 20, 2008

La montaña no es tan mística cuando al día siguiente de empezar las vacaciones de Navidad a uno le suena el despertador a las 5:00 a.m.; yo me cago en la montaña y en su puta madre, y maldigo la hora (que seguro que no serían las 5:00 a.m.) en la que se me ocurrió la idea de ir un día a patear el campo. Cuando llegas al lugar de la cita, a la hora fijada, y aún no ha llegado nadie, piensas que ya estamos con la historia de siempre, y cuando tras 10 minutos sigue sin aparecer nadie, te dices a ti mismo que ese será el último día, que no volverá a ocurrir. Entonces, cuando a lo lejos en la oscuridad ves acercarse a ese compañero, cargado de bultos, mochilas, cascos, piolets, raquetas, ..., y con la misma cara de "¡qué cojones hago yo aquí a estas horas!" que tienes tú desde hace un buen rato, tienes la certeza de que lo peor ha pasado, y de que a partir de ese momento todo va a mejorar.

Con esa misma carita nos reunimos Olga, Luigui, Jesús, y yo para subir a Siete Lagunas este sábado. El día con menos horas de luz del año, lejos de las fechas típicas de esta ruta, que son justamente las jornadas en las que el Sol brilla más tiempo en el horizonte. Pero tanta oscuridad no nos va a ensombrecer el ánimo, y aún no hemos entrado en el coche cuando ya alguien ha soltado la primera chorrada que nos cambia la cara. Es noche cerrada. Del tirón hacia Trevélez. El café puede esperar. Allí en el pueblo, tenemos el bareto de toda la vida, donde siempre hemos cogido fuerzas antes de iniciar las empedradas rampas de salida de Trevélez hacia nuestro destino.

Breve parada para capturar el amanecer sobre Trevélez, y llegamos. La señora nos atiende con alivio cuando comprueba que sólo pedimos los cafés y no vamos a pedir nada de comer, aunque Olga, que no había leido el correo en el que quedamos en llevar el desayuno "puesto", para tomarlo mientras nos arreglamos para la salida, se pide una tostada de jamón que comparte conmigo tras insistir dos veces.

Llegamos al parking y nos preparamos para la jornada; son las 9 en punto cuando nos echamos las mochilas a las espaldas y comenzamos a subir. Ya ha amanecido y las luces son idóneas para la captura de increíbles imágenes del valle y los campos a los márgenes del sendero. Los pronósticos se cumplen y el día es perfecto para la práctica del senderismo: el Sol apareció poco tiempo este día pero brilló como nunca. Tras unos pocos tramos tenemos que hacer parada técnica y aligerar ropa de abrigo porque el calor era sofocante. Al mirar atrás, más allá del mar con sus "pretoleros", se divisaban claramente las costas africanas, y el Atlas sobre una manta de nubes.

Los neveros a ambos lados del camino se hacen cada vez más numerosos, y las primeras rampas serias las hacemos ya pisando más nieve que tierra. Cuando alcanzamos la acequia, nos encontramos bloques de nieve en los que nos hundimos hasta las rodillas en ocasiones, así que nos calzamos las raquetas y continuamos por el camino.

En algún punto al finalizar la acequia nos perdimos, abríamos sendero sobre la nieve, y nos paramos junto a unas piedras a tomarnos algo de comer porque yo al menos estaba ya que no podía con mi alma. Comprobamos que habíamos dado una vuelta bastante tonta para llegar a la era que da paso a la Campiñuela. Habían transcurrido casi 5 horas desde que iniciamos la ruta, la verdad es que a mi se me habían hecho bastante largas, y teniendo en cuenta las pocas horas de luz que nos quedaban, creímos oportuno dejar las Chorreras Negras y Siete Lagunas para otra ocasión. Nos hicimos la foto de bandera y comimos algo. Sentados junto a la pared del refugio me hubiera quedado toda la tarde hasta ver la puesta del Sol, ¡qué calorcico más bueno!

La bajada fue rápida, esta vez sin pérdida, ya que aprovechamos la senda que otros que nos precedían dejaron para llegar hasta la Campiñuela. Pillamos algunas buenas "palas" de nieve por las que incluso las raquetas se deslizaban como si fueran skis. Y al rato nos cruzamos con nuestras propias huellas, que ya no abandonamos hasta llegar de vuelta al pueblo.

Allí nos refrescamos en la fuente, como viene siendo tradición, y en la plaza principal del pueblo nos tomamos unos buenos tubarracos de cerveza acompañados de su correspondiente tapita de jamón, que no se diga que hemos estado por allí sin probarlo.

Se va la luz. El día más corto ha terminado. Fin de la función.
Author: }{eaven
•sábado, diciembre 20, 2008





















Author: }{eaven
•sábado, diciembre 13, 2008



Este es un breve resumen del domingo día 13 de diciembre de 2008, ya que contar todo lo que allí aconteció puede ser muy extenso. Sandra, Marikilla, Antonio, Alex, Alfonso y la que escribe, ya que en los dedos de las manos no tengo agujetas, quedamos a las 7 de la mañana, salimos a las 8 entre preparar aperos y buscar el coche de Luis (para coger sus cadenas).


Paramos a desayunar en Abla en el entrañable Bar del casi tío de Sandra, alias el Santo.Viaje por carretera pedregosa e interminable hasta llegar a 7 caminos, con hielo incluido.

Un Golf bailando Reaggetón y 3 caras de Póker al borde del precicipicio. Colilla encendida y alfombrilla rescatadas de este mismo precipicio.

Subidas por cortafuegos casi verticales, caídas de culo, mucho frío y nieve, pero una estampa navideña y un turrón by Alex que quitaban el sentido.



El Doctor, era solo apreciable por la vista de lince de Antonio, ya que estaba cubierto de nieve.

Los chicos, con un par de eggs, subieron hasta Laguna Seca. Las chicas con mas fe que el Alcoyano, pretendíamos bajar andando por la carretera sin fin...

Después de nevadas, sustos, notitas y poner en duda que llamar al 112 es una solución, todo salió perfecto y volvimos a casa con esa agradable sensación de haber vivido una nueva experiencia.

Besos y hasta la próxima aventura!!







Author: }{eaven
•domingo, diciembre 07, 2008