Author: Motorizer
•lunes, febrero 23, 2009

Y se le fue la perola. Reservó dos casas en el Cortijo Narváez de Baza, que se convirtió en cuartel general de la depravación y el vicio. El vicio por los videojuegos, la comida y demás “accesorios”. Sólo era para un fin de semana, pero había comida como si estuviéramos en riesgo de quedarnos incomunicados por nevadas.

Baza Mirador de Narvaez

Comer y más comer. Cada uno trajo un plato preparado o comprado por él o ella, pero pensando que tenía que alimentar a quince criaturas. Si eso lo extrapolamos a cada pareja asistente, tuvimos siete comidas distintas: lasañas, carne con tomate, ensaladillas, empanadas, tortillas de 20 huevos de corral cada una, y pan, mucho pan de Alcudia de Guadix. El postre de la noche era un flan casero con y sin, al gusto del personal.

El Guitar Hero III y el Grid fueron los juegos estrella, utilizando para ello el proyector en la pared del salón. Un lujo.

Jorge no se esperaba ningún regalo, así que le regalamos una mochila que necesitaba y un volante para su Xbox: fue verlo y sus manos se soldaron al mismo. No había quien lo despegara de él.

Cumpleaños Jorge Cumpleaños Jorge Cumpleaños Jorge Cumpleaños Jorge Cumpleaños Jorge

Con una ruta nocturna intentamos bajar la comida del medio día… para poder cenar.

Tras varios intentos de ver alguna película, en las que las dificultades de votación por una u otra, se agravaron cuando la que se elegía o no se podía ver en el portátil por no tener los códecs necesarios, o no estaba entera, nos fuimos a la cama paulatinamente.

Con la comida aún sin hacer la digestión, desayunamLa Sagraos, y para volver a abrir apetito, subimos hacia Prados del Rey, pero la nieve aún sigue en la carretera y nos tuvimos que conformar con tirarnos unas bolas de nieve en la cuneta, y disfrutar de un tiempo envidiable y con unas vistas de la Sagra inmejorables y espectaculares. Tocaba volver de nuevo al cortijo, e intentar deshacernos de toda la comida posible en nuestros ya excesivamente dilatados buches. Una sesión de Guitar Hero de sobremesa y toca desmontar el chiringuito.

Jorge, cumple muchos más, y que nosotros lo veamos.

Author: }{eaven
•viernes, febrero 20, 2009
Para estrenarme como colaboradora de este nuestro blog, cuelgo la crónica del viernes, una pequeña expedición en compañía de Luigui, mi maestro, y Fernando, mi mentor.

Comenzamos a las 16:15 desde Ballesol hacia Enix con la intención de volver antes del anochecer ya que, haciendo recuento de frontales, solo disponemos de uno.

Como no tenemos mucho tiempo, caminamos a paso ligero y dejamos a un lado la pista. Pasamos por un túnel, por una lagunilla y vemos una barra para hacer dominadas "made in trees", Poco después nos topamos con la presa y después de que Fer compruebe que es infranqueable, que "pa" eso es una presa... decidimos hacer una de las cosas que más nos gustan: "atrochar" por el monte, o lo que es lo mismo, ir "atrochimonte".
La subida se hace dura, pero como recompensa nos encontramos con varios Bambis que Luigui inmortaliza con su cámara. Pasamos por numerosas cuevas en las que, por mucho que yo me empeñe, no habitan seres vivos, ni siquiera ratas. Ya son casi las 18:00 y nuestro plan es seguir caminando hasta el puente, donde podemos tomar una merendola, para después coger la pista y comenzar la bajada.

El camino de vuelta se hace muy cansino y después de rememorar a Vivien Leigh en "Lo que el viento se llevó", nos preparamos para hacer la obligada foto de bandera, esta vez sin ella, pero con nuestra Almería iluninada a nuestras espaldas.

Ya es de noche y aún nos queda un largo camino, que hacemos con ayuda del frontal y con el temor de que a los Yakonis, les llegue el olor de nuestras carteras.

He de decir, que es la primera vez que hago esta ruta y lejos de ser fea e insulsa, me pareció una ruta bonita, llena de sorpresas y con la mejor compañía.
Author: Motorizer
•jueves, febrero 19, 2009

Hola amigos. Por fin tenemos una idea para la camiseta del año 2009, y aquí os ponemos las variantes a ver qué os parecen.

Camiseta 2009 3.0 Camiseta 2009 3.3

Camiseta 2009 3.1 Camiseta 2009 3.2

Camiseta 2009 3.4

Una vez elegido el modelo, os informaremos del resultado, para ver quiénes estáis interesados en hacer pedido y que podamos ir por estas montañas de Dios estrenando nuestras flamantes camisetas de temporada.

¿Qué camiseta prefieres? Se admiten propuestas en la sección de Comentarios...

Author: Motorizer
•domingo, febrero 15, 2009


Lo primero que tengo que decir es que me cago en las predicciones metereológicas, tanto televisivas como de la AEMET. Sorbas, sin precipitaciones, con alguna nubecilla, o sea, cero por ciento de probabilidades. Resultado, un chirimiri molesto que nos ha acompañado durante un rato de la ruta.

A las nueve y poco nos juntábamos los que íbamos a hacer la ruta, no sin antes desayunar "a la andaluza" para aquellos que no lo habían hecho antes. Juan Miguel y Belén, Manu y África, Paloma, Paloma Jr. y un servidor.

Sorbas no queda lejos, así que partimos por la antigua carretera de Tabernas, y yo ya empiezo a mosquearme porque el pedazo sol que puso Roberto Brasero en el tiempo no lo veo por ningún lado. Tras varias mareantes curvas, llegamos a los Molinos del río Aguas, un asentamiento eco-hippy-guiri-experimental.

Hoy toca hacer de mulo de carga, así que me arreo a Paloma Jr. a las lorzas y allá que vamos, que nos vamos. Lo primero que sorprende es la exhuberancia de vegetación que existe en el barranco, ahora tal vez algo más disimulada por el verdor que hay alrededor debido al invierno húmedo que estamos disfrutando. Cañizo, eneas, madreselvas, álamos, y vegetación típica de ribera se entremezcla con bancales donde una minúscula agricultura adorna simbólicamente tan bonito paisaje, oculto por los grandes bloques de yeso que hay por todos lados.

En algunos sitios, la espesura es tan profunda, que parece que vayas a entrar como Aragorn en la senda del bosque Sombrío camino del sendero de los muertos en las montañas Blancas. Pero no íbamos en busca de ningún ejército con el que derrotar a nadie.



El sendero va atravesando cañas y zarzas, y al llevar un peso extra y por encima de mi cabeza, tengo que extremar precauciones. Existen varios pasos comprometidos para mi delicada carga, y a modo de costalero de la Cofradía del Cristo de la montaña, en algunos casos tengo que hincar rodillas en el suelo. El agua discurre por arroyos y acequias, limpia y cristalina, sabiamente dirigida.

Los gigantescos desplomes de yeso nos lo ponen de gargantilla, ¿no se irán a caer sobre nosotros a modo de rebanada de sandwich? Apretamos paso y culillo por si acaso. Tras pasar una gatera en la que literalmente me puse a cuatro pezuñas, encontramos el paraiso: un bucólico paisaje donde nos sirve de cobijo dos paredes gigantes de cristales de yeso y apoyadas la una sobre la otra. El río discurre al lado, bajando en una pequeña cascada (en la que es inevitable hacerse fotos a lo Hammerfall) y cayendo por un lateral formando preciosas pozas que nos convocan a regresar cuando el calor apriete para probarlas. Es hora de las fotos y de un poquito de descanso. Hasta ahora, el tiempo ha respetado, a pesar de las nubes, pero, tras reanudar la marcha en busca del nacimiento del río, comienzan a caer unas gotas. Por tanto, madre preocupada con bebé a bordo, supone obligada retirada hasta el refugio más próximo.


Pero la curiosidad de Juan Miguel y yo no podía quedarse tan cerca del nacimiento y dejarlo escapar. Allá que nos dirigimos, para encontrarnos un laberinto de cañas y eneas, mezclado con traicionero barro, y seguro que anacondas y de más bichos dispuestos a devorarte hasta el DNI y hacerte desaparecer en las más abyectas profundidades. A Juan Miguel se le cayeron al caótico abismo antes descrito las gafas de sol, y tuve que arriesgar mi pellejo para recuperarlas en una peligrosa maniobra.

No pudimos ver el nacimiento al estar en la espesura oculto, así que decidimos regresar y comer algo que el estómago ya estaba reclamando lo suyo. Tras el piscolabis, toca regresar por el mismo camino, encontrando a algunos guiris en el mismo. Las mismas gateras, las mismas enredaderas y las mismas posturas de Pozi evitando que mi valiosa mercancía no tuviera ningún desperfecto.

En resumen, una ruta muy bonita, sorprendente y con la alegría de poder llevar a mis espaldas a mi hija, que lejos de pasarlo mal, ha disfrutado como una enana.
Author: Motorizer
•jueves, febrero 12, 2009

¿Qué pueden hacer dos personas, una estudiante y otra en paro, un jueves de madrugada? O estudiar para un examen a primera hora, o prepararse para una entrevista de trabajo... o todo lo contrario.

El día de hoy promete, después de tantos y tantos días de temporal, y como hay hambre de nieve, de hincarle hierros, piolets y demás historias, allá que nos embarcamos un servidor y Jaime, con todos los apechusques, camino de la Hoya de la Mora. Todo son cánticos henchidos de orgullo, felices y dicharacheros, evocando gloriosas y futuras epopeyas, puesto que los Peñones de San Francisco nos esperan, con su inmaculado manto níveo deseoso de ser mancillado por nuestros oxidados apéndices alpinísticos. Las trompetas resuenan por los valles, aquí llegan los héroes de perfil griego, descendientes de Hércules.... puuuuuuuuuuuuuf, nos desinflamos al comprobar que un amable pero estricto guardián del acceso a la carretera al Veleta nos impide el paso. La carretera está cortada, a menos que seas residente o pases por caja del parking de Pradollano.

Con este panorama había que urdir un plan B, pues después del madrugón, cambio de coches y viaje, esto no podía quedar sin fruto. Necesito pensar, se barajan las posibilidades de tirar al Trevenque; no, demasiado lejos ahora, Postero, mejor que no, haberlo pensado antes. Tate, por la antigua carretera de la Sierra, desde el Dornajo nos podemos pegar unas patadas en el culo e intentar subir a la Mora desde allí.

Aparcamos el coche a la entrada de un restaurante en la citada carretera, con un rottweiler que nos quitaba el ojo de encima. Bajamos del coche y comenzamos a patear la carretera. A partir de ahí, un silencio entre cedros y pinos, censando un total de 5 avistamientos de ardillas. El sol, espléndido, y la carretera limpia salvo los tramos donde el hielo ha hecho estragos y nos hizo dudar si ponernos ya los crampones.

Cansados ya de asfalto, decidimos que no íbamos a subir a los Albergues, que aún quedaba mucho trecho, y que lo que queríamos hacer era practicar, así que, en una curva, viendo que había huellas de raquetas, nos tiramos casi de cabeza a la nieve, siguiendo su estela, viendo en la lejanía un posible objetivo. Jaime con paso de orco y yo de elfo llegamos a un repecho donde la pendiente invitaba a ponerse manos a la obra.

Seguimos el ritual normal de casco, piolet, esta vez los crampones no... y sin crema solar, vaya faena.

Estuvimos practicando un poco, salvo la caida de espaldas boca abajo (tenemos que depurar el estil), las demás salieron sin problemas. Decidimos subir un poco más y buscar unas palas más pronunciadas a la vez que pudiéramos admirar la cantidad de nieve que se divisaba en al Alcazaba, Puntal de Vacares, etc.


En las ruinas de un cortijo meneamos el bigote con las viandas que habíamos llevado, y allí fue donde se dio a luz a Walter, nuestro efímero amigo.


Tras las fotos de rigor, y hacer el chorra, nos pusimos en marcha que había que volver. Para ello tuvimos que atravesar unas palas un poco más pronunciadas que nos llamaban como las sirenas a Ulises, y probamos el culingbajing, usando el piolet de freno-remo. Jaime seguía con sus problemas de hundirse hasta las rodillas, superando su meta personal, cuando la ingle despareció en un intento desesperado por avanzar.

En poco tiempo llegamos de nuevo a la carretera, en la que varios sustos en el hielo, me volvieron a hacer pensar en ponerme los hierros en los pies. El coche esperaba, y con él, el rottweiler que sus dueños graciosamente habían soltado y sacado del porche. Con movimientos lentos y evitando el contacto visual, dejamos que nos oliera, que nos observara, que nos hiciera suyos si quisiera, y al menor descuido, nos metimos en el coche.

En definitiva, un gran día y que pudimos aprovechar en condiciones.

Queremos más.

Author: Fox Mulder
•sábado, febrero 07, 2009

Tras unas dudas de última hora provocadas por las para-nada-halagüeñas predicciones meteorológicas, nos decantamos por visitar la Sierra de Baza. Eran las ocho y media pasadas y el día se veía despejado. Además, si, como dice la ministra, "la gente encargada de hacer las predicciones no puede predecir lo que va a ocurrir porque es impredecible, como vamos nosotros a predecir lo impredecible, o esperar unas predicciones de alguien que no puede predecir lo impredecible". Puede que no lo entendáis, pero claro, nosotros no tenemos una inteligencia tan privilegiada como la de nuestra ministra Alvarez.

Un café rápido haciendo tiempo para esperar a los retrasados, que al final no llegan, así que salimos Olga, Sandra, María del Mar, Alfonso, Luigui, y yo. Más tarde se incorporó Jorge al grupo, ya junto al comienzo de la ruta.

Paramos en Dólar a desayunar, y cuando enfilamos la autovía ya en dirección Baza empezamos a ver unos nubarrones bastante oscuros justo encima de la sierra. Tomamos el desvío hacia Cortijo Narváez y, efectivamente, no está la carretera para rallies precisamente. Tras unos pocos kilómetros las ruedas empiezan a patinar y tenemos que dejar los coches a un kilómetro de la salida de la ruta, aproximadamente.

Hacía un fresco importante. Tanto, que la batería de la cámara me duró para hacer una foto, y el móvil quedó inoperativo en cuanto quise hacer la primera llamada. Pero todos ibamos bien abrigados porque sabíamos lo que nos ibamos a encontrar. Empezamos a andar, y como siempre, tras las primeras rampas, ya nos empieza a sobrar ropa. Todos los charcos en el camino estaban helados, y conforme ganamos altura la capa de nieve se iba haciendo más gruesa. Llegamos al Area Recreativa de la Canaleja, y nos encontramos que es muy pronto para volver, pero quizás demasiado tarde para continuar hasta Prados del Rey. Decidimos intentarlo tras un rápido break y tomar algo para la subida, que es la parte más dura de todo el recorrido.

Estamos acercándonos ya a los 2.000 metros, la nieve alcanza un espesor importante y las piernas se nos hunden hasta las rodillas, comienza a faltar el oxígeno, y el esfuerzo para avanzar es cada vez mayor. La recompensa, en forma de increíbles estampas cada pocos metros en los que encontrabamos una vista abierta al valle, mitigaba el cansancio con creces. Casi llegando a la pista forestal perdemos el sendero y tenemos que atrochar monte arriba para retomarlo de nuevo. Alcanzamos la pista forestal, que estaba completamente nevada, y avanzamos unos metros, pero Prados del Rey se nos antoja un pelín lejano todavía y el hambre comienza a hacer mella. No tenemos claro que el refugio pueda estar abierto y se nos echa el tiempo encima, así que nos damos media vuelta por donde hemos venido.

La bajada fue, curiosamente, la parte más dura del recorrido. La nieve nos jugó una mala pasada y ocultó un hito importante del camino, así que nos hizo desviarnos de la ruta principal, y lo que resultó más jodido, nos llevó montaña abajo y luego, al darnos cuenta de que el camino no era el correcto, tuvimos que volver a enfrentarnos a unas subidas, para desandar nuestros pasos, que ya no esperabamos. La cosa se estaba poniendo tensa, y ya cuando Jorge exhaló su último aliento para rogar "¿Alguien puede poner fin a esto, por favor?", nos dimos cuenta de que habíamos excedido con creces el nivel catalogado como MARGARITA MODE. Por suerte, unos metros más adelante, Alfonso encontró la piedra que indicaba el camino correcto y ya bajamos sin pausa hasta la Canaleja, algunos con más dificultades que otras.

Una vez allí, aunque el viento no soplaba fuerte, y el Sol aparecía de vez en cuando entre las copas de los árboles, el frío era insoportable. El pan y los saladitos estaban medio congelados, y quitarse los guantes para prepararse la comida era todo un suplicio. Yo al menos, que tenía ya mis flamantes guantes de seda del Decartón hechos un guiñapo, no tuve reparos en pelar la mandarina con los guantes puestos. En esas condiciones, cuando Luigui sacó el termo con un poquito de té caliente, y se puso a repartir, rogué porque alcanzara para todo el mundo porque si no, allí se podría desatar el Apocalipsis.

La vuelta desde la Canaleja se convirtió en un agradable paseo, donde nos pudimos sacudir el frío que nos atenazó durante la comida. Y antes de llegar a Cortijo Narváez nos hicimos una foto junto a la Fuente de la Taza que no me puedo resistir a compartir con vosotros. Desde luego, no es un montaje, y aunque pueda parecer más la portada de un disco de Mocedades, es la de un grupo de montañeros con bastantes kilómetros en sus piernas a través de la nieve.

Llegamos a la cafetería de Cortijo Narváez donde nos tomamos algo caliente para templar el cuerpo, y afrontar los últimos metros hasta los coches, donde caimos rendidos.
Author: Fox Mulder
•domingo, febrero 01, 2009

No puedo decidirme por un titular para la jornada de ayer porque se me ocurren muchos.

"Corriendo bajo la lluvia" sería un titular válido y muy cinematográfico, aunque la que nos cayó no es que fuera muy fuerte, pero incomoda sobremanera, por no decir que te toca los cojones, que para dos días contados que llueve en Almería, precisamente sea este uno de ellos.

Desde luego, no valdría "El Grupo AFP en los 10 kilómetros saludables" porque aquello tenía que ser de todo menos saludable: casi dos horas a la interperie con el día que hacía, y la mitad del tiempo parados esperando que comience la carrera, o andando tras la salida fallida por un error en la organización... por mucho que quieran echar la culpa a unos corredores que se desviaron de la ruta. Vamos a ver señores, si un corredor se sale de la ruta, peor para él (independientemente de quién cometa la torpeza, ya sea la organización o el corredor), pero el resto tenemos derecho a una carrera digna, y a acabarla en buen estado de salud.

De ahí que "18.000 kilómetros solidarios" sea un buen titular, debido al kilómetro que tuvimos que hacer los 1.800 participantes de la carrera por la "face". Casi llevabamos 800 metros de carrera cuando la gente se queda parada y entre el desconcierto general, la gente empieza a dar la vuelta en dirección a la salida. Yo no daba crédito. Joder, que no estamos hablando de un proyecto de reingeniería inversa, es la simple organización de una carrera para 1.800 personas. Allí nadie sabía nada, ningún responsable apareció por allí para aclarar cosas, y cuando volvimos al interior del Estadio a refugiarnos de la lluvia antes de la siguiente salida, tampoco nadie informó de nada, aunque la megafonía en el interior del Estadio era pésima.

"Duelo fraticida". Bueno, sí, un titular muy propio de La Noria, El Diario de Patricia, y programas de esa calaña. Luigui y Jesús, por un lado, y mi hermano y yo por otro. También estaban los hermanos Segura (Antonio y Alex), o los hermanos Alcaraz (Jose, Jorge y la hermana, que ahora no recuerdo el nombre). Aunque el verdadero reto estuvo entre mi hermano y yo, porque si mi hermano, tras la lesión en la rodilla, no-sé-cuántos años apartado de la práctica deportiva, y toneladas y toneladas de alimentos procesados que pasan a formar parte de su tejido adiposo, era capaz de entrar por delante mia en la meta, puf, paqué-paqué-paqué... seguramente no hubiera podido pisar Retamar más en mi vida, y no sólo eso, quizás hubiera tenido que trasladarme a otro planeta.

En fin, una vez se dio la salida buena, permanecimos juntos desde la salida hasta la subida por la Avenida Federico García Lorca. Mi hermano fue el primero en despegarse del grupo, luego Jesús, y por último, viendo que cada cuál hacía la guerra por su cuenta, yo apreté un poco y me despegué de Luigui, que quedó rezagado del grupo. Cogí el ritmo de carrera bajando la rambla, y salvo momentos puntuales, como los desvíos para evitar charcos, aunque a esas alturas imagino que todos tendríamos los pies completamente empapados, y el bajoncillo al salir de la Avenida Mediterráneo, lo mantuve hasta el final.

A la altura del Palmeral vi a mi hermano y a Jesús por delante mia saliendo de la rotonda mientras yo entraba en ella, así que me puse a chupar rueda en la lejanía. Alcancé primero a mi hermano que iba con los ojos vueltos, y seguí detrás de Jesús, pero no hubo forma de alcanzarle y sólo conseguí rebajarle 3 segundos en los últimos dos kilómetros.

Bueno, una experiencia más, y a pesar de la mala organización, del nefasto día, y de los malos resultados, no faltan ganas de intentarlo de nuevo... ¿nos vemos en Roquetas?

Imágenes de nuestra entrada a la meta:

Jesús, y yo al fondo en chiquitillo.
Menda.
Murci.
Luigui al fondo en chiquitillo.