Author: Fox Mulder
•domingo, abril 27, 2008

Para describir rutas como la del domingo, el blog se queda pequeño, y me acuerdo de las entrañables "crónicas". La del domingo fue una ruta de las que marcan un hito en la historia del grupo... ¿quién lo iba a decir? Desde principio de la semana de lo único que se hablaba era de aludes, amputación de piernas por uso indebido de los crampones, fractura de cráneos por piolets volantes, cegueras temporales, y varias hecatombes más... jjejejejeje... nada de eso, como dijo Luigui, los crampones son un elemento de seguridad, los piolets los tuvimos bien agarrados, y los aludes quedaban muy lejos de la ruta que seguimos.

El madrugón se hizo más duro de lo habitual, por ser domingo, y porque a las 5 y media de la madrugada andabamos camino de la sierra: Luigui, con su dedo prácticamente regenerado; Jesús, reapareciendo después de un largo periodo en el dique seco por su lesión en el pie; Jaime, empalmando desde la Mae West; Olga, con ganas de estrenarse en el Veleta; y yo, con las hecatombes en la mente. Paramos en los Abades, pasado Guadix, para desayunar un poco, y luego en Cenes de la Vega para recoger el material que habíamos alquilado (crampones y piolets). Un poco más tarde de las 8 y media estabamos en Pradollano dispuestos a tomar los 3.392 metros del Veleta.

Hizo un día espectacular, y sólo la protección solar evitó que acabaramos como auténticas gambas a la plancha. Incluso en la cumbre, donde almorzamos, soplaba una brisa ligera y refrescante, nada que ver con los vientos que en otras cimas nos solemos encontrar algunas veces. La nieve, que cubría tres cuartas partes del camino, hacía el paso más difícil, pero también convertía zigzagueantes y escarpados senderos, en uniformes pendientes, mucho más sencillas de ascender.

El uso de los crampones, tras unas breves indicaciones técnicas por parte de Luigui, no afectaban en exceso a la forma de caminar, pero la inexperiencia hizo que no estuvieran bien ajustados, lo que provocó que algunos sufrieramos dolores en los pies que en momentos se llegaron a hacer insoportables, pero al final aguantamos el tirón. En cuanto a los piolets, lo utilizamos básicamente como herramienta de apoyo, pero se nos ocurrieron unos cientos de utilidades más. No pudimos hacer prácticas de técnicas de detención porque ni la nieve ni la pendiente favorecían el desplazamiento, así que detenerte estando parado... como que para unos alpinistas inexpertos como nosotros nos hubiera resultado incluso fácil (yo a lo mejor me podría haber liado un poco, pero bueno).

Progresivamente fuimos alcanzando la cumbre a partir de las 2 de la tarde, y como estabamos muertos de hambre nos pusimos a comer y dejamos el reportaje fotográfico para después. Nos sentamos en el techo del refugio que hay junto a la cima del Veleta, y desplegamos nuestros enseres (mantelillo incluído). Otros montañeros, que se encontraban en la cima, estaban disfrutando de su almuerzo cuando llegamos y compartieron con nosotros sus viandas. Nosotros, que hemos estudiado en frente de colegios de pago, correspondimos su generosidad con algunos de nuestros alimentos, dando buena muestra de la camaradería existente entre la gente ligada a la montaña.

Sin embargo, siempre hay alguna excepción que confirma la regla, y ya que hablamos de excepciones y de reglas, nada mejor que el enunciado de la siguiente teoría para describir la situación que se produjo con una pareja de esquiadores que llegaron un poco después que nosotros.

"Teoría del Recalo Universal"
Dado un senderista S, que deja colgar las piernas desde el techo del refugio del Veleta, y un esquiador E, que apoya sus skies sobre mismo punto geodésico que marca la cima de la citada montaña, dice la Teoría del Recalo Universal, que las piernas del senderista S levantarán las piedras del techo del refugio produciendo recalos que son inversamente proporcionales a la imbecilidad del esquiador E.

Corolario: "Haz lo que quieras que no te voy a pegar"
La magnitud de los recalos tiende a 0.

En fin, después de las fotos de rigor pusimos rumbo a casa. Volvimos sin apenas paradas técnicas, sólo para orientarnos y elegir el camino más favorable para la bajada. Casi llegando paramos para quitarnos los crampones, y algunos comprobamos que teníamos los pies totalmente calados. La expresión "la confianza da asco" dio un nuevo giro de tuerca cuando me agaché a recoger mis crampones y dos calcetines empapados pasaron rozándome las orejas. Alguien había puesto a secar los calcetines encima de mi mochila. Ntchs... ¿a dónde vamos a llegar?

Tras una breve parada en el Albergue Universitario, para tomar unos cafés y unos refrescos, volvimos a casa.
This entry was posted on domingo, abril 27, 2008 and is filed under , , , , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.