Author: Fox Mulder
•domingo, enero 18, 2009

Volvemos a la Sierra de Huétor tras las buenas sensaciones que nos dejara en la última visita. Esta vez nos propusimos realizar un recorrido suave por la zona Este de la sierra, la ruta conocida como La Cañada del Sereno. El Domingo fue el día elegido para la ruta, tras arduas deliberaciones. Nos apuntamos Luigui, Ana, Olga, Belén, JM, Jorge, y yo; aunque in extremis se incorporaron Africa, Vanessa, y Javi. Resultado: una de las expediciones más numerosas de los últimos tiempos (¿habrá que plantearse hacer las rutas en domingo? :-)

Otra novedad era la hora de salida: las 9 de la mañana. La verdad es que se hacía raro salir con el Sol ya en todo lo alto y encontrar la calle llena de gente, y no de noche y tropezando con los cuatro juerguistas que han aguantado hasta esa hora de la mañana, como ocurre normalmente. Debe ser la crisis.

En fin, nos pusimos de camino en seguida, y tras una breve parada en Dólar para desayunar, nos reunimos en el punto de salida y sobre las once y veinte de la mañana nos pusimos a andar. La ruta era bien sencilla, y estaba perfectamente señalizada. Además, la información extraida de internet, aunque breve, era buena y precisa, y nos iba guiando en todo momento por el sitio correcto. La única vez que dudé de la información hizo que nos salieramos de la autovía antes de tiempo.

La ruta arranca con suaves subidas, intercaladas con otros tramos sin ningún desnivel, muy fácil. Pero poco a poco se va ganando altura y se empieza a vislumbrar uno de los grandes atractivos de esta sierra: las vistas de las caras norte de Sierra Nevada. Tres miradores, a diferentes alturas, nos brindan la parada ideal para deleitarnos con los imponentes perfiles del Veleta, la Alcazaba, y el Mulhacén ocultos bajo un manto blanco. Al poco tiempo comienza un descenso que nos lleva al río, relativamente peligroso en zonas de umbría a causa del hielo, y tras un breve recorrido por la pista, retomamos el sendero que nos lleva a una explanada a los pies del Cerro del Púlpito donde nos metemos un atracón de comer.

Esta vez no hubo parada técnica para reponerse del esfuerzo, porque no hubo esfuerzo, y en el almuerzo hubo todo lo que un buen dominguero tiene en su mesa: la ineludible tortilla de patatas (exquisita, de concurso) hecha por Vanessa con todo el cariño, carne con tomate por cortesía de la madre de Javi, tarta de manzana gracias al Mercadona, ..., en fin, un pequeño manjar montañero.

Tras una ilustrativa sobremesa en la que disertamos acerca del Tetra-Hydro-Cannabinol y sus efectos, y en la que Jorge actuó como ponente principal, con la activa participación de JM, Vanessa y Javi, retomamos el camino de vuelta, ya sin más incidencias.
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