Author: Fox Mulder
•jueves, octubre 01, 2009
O dicho de otra manera, ¿cómo es esto de escaparse a la montaña entre semana?

Pues sumamos de un lado las ganas de Luigui de escaparse al campo después de unos intensivos meses de estudio, con las ganas de hacer algo diferente que tenía yo. A más gente le pareció una buena idea, pero como siempre, al final quedamos los mismos.
Todavía estaba picando código a las tres de la tarde con esa soga en forma de corbata anudada al cuello, aunque floja por eso de respirar y tal (desobedeciendo de manera flagrante las directivas de mi empresa acerca de la indumentaria) y a las cuatro habíamos quedado en Canal Sur. El reto de ser puntual por n-ésima vez consecutiva estaba flaqueando, y yo no quería darle el gusto a JM (como aquella vez que llegué tarde con Olga) de que me viera sufrir sus miradas reprobatorias.

Tenía que llegar a casa, comer, arreglarme, preparar los bártulos, y salir para el Canal Sur, donde aparecí con un retraso de cinco minutos. Allí estaba Luigui, que esperaba con paciencia, y que me puso al corriente de que nos habíamos quedado solos ante el peligro. Pues nada, arreando que es gerundio.

Esta vez era yo el encargado de llevar el peso de la expedición: Luigui, neófito en esto del pateo en la montaña, y en las cimas más emblemáticas de la provincia, se mostró muy interesado en todo momento en los comentarios que iba realizando al paso de las diferentes cadenas montañosas de camino al puerto de La Ragua: "Mira, Luigui, aquí tienes Sierra Alhamilla", "¿Ves aquel pico con un extraño edificio blanco en la cumbre? Se trata de Calar Alto, y esta es la Sierra de Filabres", "¿Ves allí a la izquierda? Comienzan las estribaciones de Sierra Nevada...", en este punto interrumpido inocentemente por Luigui, que sorprendido, creía que Sierra Nevada estaba en Sevilla y pertenecía a Andalucía, quedando por tanto fuera de nuestra provincia... le correjí con paciencia:
-En absoluto, de hecho el pico que vamos a visitar, el Chullo, pertenece a la Sierra Nevada almeriense...
-¿Cómo? ¿Chu-qué?
-Chu-llo.

Gilipolleces aparte, llegamos a un solitario puerto de La Ragua antes de las cinco y media de la tarde. Fue bajar del coche y ponernos a andar. La temperatura a aquella altura era muy agradable, y apenas soplaba una ligera brisa, pero conforme ibamos avanzando hacia la cima del Chullo la temperatura bajaba al mismo ritmo que brisa se transformaba en vientos, y además, bastante fuertes. A ésto hay que sumar la niebla que nos rodeó durante la mayor parte del recorrido, y que empapaba nuestras ropas casi como si nos estuviera cayendo encima un aguacero.

La visibilidad era limitada y daba a la sierra un aspecto fantasmagórico. El último tramo se hizo un poco largo y pegamos un pequeño acelerón para quitárnoslo de encima. En hora y media estabamos en la cumbre, y dado que allí la sensación térmica era de bajo cero, y los vientos insoportables, cumplimos con el ritual de la foto de bandera y bajamos cagando leches.

Nos detuvimos en el refugio para tomarnos un pequeño bocata antes de continuar la marcha, y sobre las ocho menos diez pusimos ya el turbo cuesta abajo poniendo a prueba nuestras articulaciones, que respondieron bien pese a llevar ya la tela de años sujetando nuestras respectivas cabezas.

Al poco de salir se hizo de noche, y los últimos tramos del recorrido los realizamos con la ayuda de frontales. Y sin más sobresaltos llegamos al coche. Allí no hubo foto de meta porque las baterías de las cámaras se habían agotado en la cima. Así que tras unos breves ejercicios de estiramiento, pusimos un poco de música, un CD recopilatorio con 17 temas, que acabó al tiempo que llegabamos a Almería.
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