Author: Fox Mulder
•sábado, febrero 07, 2009

Tras unas dudas de última hora provocadas por las para-nada-halagüeñas predicciones meteorológicas, nos decantamos por visitar la Sierra de Baza. Eran las ocho y media pasadas y el día se veía despejado. Además, si, como dice la ministra, "la gente encargada de hacer las predicciones no puede predecir lo que va a ocurrir porque es impredecible, como vamos nosotros a predecir lo impredecible, o esperar unas predicciones de alguien que no puede predecir lo impredecible". Puede que no lo entendáis, pero claro, nosotros no tenemos una inteligencia tan privilegiada como la de nuestra ministra Alvarez.

Un café rápido haciendo tiempo para esperar a los retrasados, que al final no llegan, así que salimos Olga, Sandra, María del Mar, Alfonso, Luigui, y yo. Más tarde se incorporó Jorge al grupo, ya junto al comienzo de la ruta.

Paramos en Dólar a desayunar, y cuando enfilamos la autovía ya en dirección Baza empezamos a ver unos nubarrones bastante oscuros justo encima de la sierra. Tomamos el desvío hacia Cortijo Narváez y, efectivamente, no está la carretera para rallies precisamente. Tras unos pocos kilómetros las ruedas empiezan a patinar y tenemos que dejar los coches a un kilómetro de la salida de la ruta, aproximadamente.

Hacía un fresco importante. Tanto, que la batería de la cámara me duró para hacer una foto, y el móvil quedó inoperativo en cuanto quise hacer la primera llamada. Pero todos ibamos bien abrigados porque sabíamos lo que nos ibamos a encontrar. Empezamos a andar, y como siempre, tras las primeras rampas, ya nos empieza a sobrar ropa. Todos los charcos en el camino estaban helados, y conforme ganamos altura la capa de nieve se iba haciendo más gruesa. Llegamos al Area Recreativa de la Canaleja, y nos encontramos que es muy pronto para volver, pero quizás demasiado tarde para continuar hasta Prados del Rey. Decidimos intentarlo tras un rápido break y tomar algo para la subida, que es la parte más dura de todo el recorrido.

Estamos acercándonos ya a los 2.000 metros, la nieve alcanza un espesor importante y las piernas se nos hunden hasta las rodillas, comienza a faltar el oxígeno, y el esfuerzo para avanzar es cada vez mayor. La recompensa, en forma de increíbles estampas cada pocos metros en los que encontrabamos una vista abierta al valle, mitigaba el cansancio con creces. Casi llegando a la pista forestal perdemos el sendero y tenemos que atrochar monte arriba para retomarlo de nuevo. Alcanzamos la pista forestal, que estaba completamente nevada, y avanzamos unos metros, pero Prados del Rey se nos antoja un pelín lejano todavía y el hambre comienza a hacer mella. No tenemos claro que el refugio pueda estar abierto y se nos echa el tiempo encima, así que nos damos media vuelta por donde hemos venido.

La bajada fue, curiosamente, la parte más dura del recorrido. La nieve nos jugó una mala pasada y ocultó un hito importante del camino, así que nos hizo desviarnos de la ruta principal, y lo que resultó más jodido, nos llevó montaña abajo y luego, al darnos cuenta de que el camino no era el correcto, tuvimos que volver a enfrentarnos a unas subidas, para desandar nuestros pasos, que ya no esperabamos. La cosa se estaba poniendo tensa, y ya cuando Jorge exhaló su último aliento para rogar "¿Alguien puede poner fin a esto, por favor?", nos dimos cuenta de que habíamos excedido con creces el nivel catalogado como MARGARITA MODE. Por suerte, unos metros más adelante, Alfonso encontró la piedra que indicaba el camino correcto y ya bajamos sin pausa hasta la Canaleja, algunos con más dificultades que otras.

Una vez allí, aunque el viento no soplaba fuerte, y el Sol aparecía de vez en cuando entre las copas de los árboles, el frío era insoportable. El pan y los saladitos estaban medio congelados, y quitarse los guantes para prepararse la comida era todo un suplicio. Yo al menos, que tenía ya mis flamantes guantes de seda del Decartón hechos un guiñapo, no tuve reparos en pelar la mandarina con los guantes puestos. En esas condiciones, cuando Luigui sacó el termo con un poquito de té caliente, y se puso a repartir, rogué porque alcanzara para todo el mundo porque si no, allí se podría desatar el Apocalipsis.

La vuelta desde la Canaleja se convirtió en un agradable paseo, donde nos pudimos sacudir el frío que nos atenazó durante la comida. Y antes de llegar a Cortijo Narváez nos hicimos una foto junto a la Fuente de la Taza que no me puedo resistir a compartir con vosotros. Desde luego, no es un montaje, y aunque pueda parecer más la portada de un disco de Mocedades, es la de un grupo de montañeros con bastantes kilómetros en sus piernas a través de la nieve.

Llegamos a la cafetería de Cortijo Narváez donde nos tomamos algo caliente para templar el cuerpo, y afrontar los últimos metros hasta los coches, donde caimos rendidos.
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